Por Eduardo Galeano.-

Benditos sean los perdedores, y malditos sean quienes confunden el mundo con una pista de carreras, y a toda velocidad hacia el pico del éxito que escalar, besar y escupiendo hacia abajo. Bienaventurados los indignados y malditos los que no lo merecen. Maldita será la dictadura del éxito del miedo, que nos obliga a creer que la realidad es intocable y que la solidaridad es una enfermedad mortal, debido a que el prójimo es siempre una amenaza y nunca una promesa. Bendito es el abrazo, y maldito es el codo.
Eduardo Galeano


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